Riesgos y desventajas de estimular en exceso a los niños

Riesgos de estimular en exceso a los niños

En los últimos tiempos se habla mucho de estimulación infantil, estimulación temprana, etc. Debemos tener claro qué es y qué no es la estimulación.
Cuando hablamos de estimular al bebé, hablamos de facilitar espacios y contextos de aprendizaje, de despertar sus sentidos, la curiosidad del niño, facilitarle experiencias variadas, pero también de permitirle que descubra por sí mismo y vaya poco a poco madurando y creciendo.
Bajo este concepto muchas personas padres y docentes entran en confusión y utilizan esta clase de recursos en exceso lo cual lejos de ayudar al niño genera efectos que no son muy beneficiosos para nuestros niños.

Riesgos y desventajas de estimular en exceso a los niños

Algo que padres y docentes debemos entender es que estimular no significa acelerar su desarrollo, ni adquirir ciertas habilidades antes de tiempo, ni ofrecerle continuamente actividades y materiales para que “se desarrolle más rápido” o “aprenda más”. Estimular implica conocer y respetar el momento evolutivo de cada niño, y darle lo que necesita y lo que por edad puede hacer.

¿Qué es la sobreestimulación y qué riesgos tiene?

Hablamos de sobreestimulación o hiperestimulación cuando proporcionamos al niño estímulos superiores a los que pueda tolerar en relación con su edad o en cantidad, tal que no puede procesarlos adecuadamente. O cuando pretendemos que el bebé o niño esté siempre activo y haciendo cosas sin valorar la importancia que tiene que el niño esté tranquilo y en calma. Si le proporcionamos juegos o juguetes con cantidad de ruidos, luces, botones, imágenes, o cuando les sentamos sin límite delante de la tele o la Tablet viendo dibujos para que estén entretenidos la sobreestimulación puede afectar el aprendizaje en forma negativa.

El exceso de estímulos genera en los niños un nivel de tolerancia bajo, es decir, llega un momento en el que los estímulos ya no generan la misma satisfacción, por lo que es necesario buscar más”, lo que puede dar lugar a niños “demasiado inquietos”, casi hiperactivos, es decir “hiperestimulados”.

¿Cuándo empieza la sobrestimulación de hoy en día?

Incluso antes de que nazcan, el afán y espiritu de muchos padres por querer que sus hijos sean mejores y adquieran mayores habilidades, destrezas, que sean mas inteligentes lleva a muchos padres a poner altas expectativas sobre su hijo incluso desde que esta en el vientre materno.

Sobrecargar el cerebro de estímulos produce, además, que el cerebro no sepa a qué estímulos atender, y que, ante la ausencia de estímulos, el cerebro no se active, es decir. Lo que se traduce en dificultades o problemas atencionales. Un niño sobre estimulado es aquel que se lo expone de manera muy excesiva e incluso a veces precoz a tareas demasiado complejas antes de que su cerebro este preparado para dichas tareas, de hecho se dice que estimular en exceso a los niños aniquila su creatividad.

Otro de los riesgos es que los niños se frustren, si por ejemplo le proporcionamos un juguete o actividad para el que no está preparado, no podrá hacerlo, y se sentirá frustrado por no poder completarlo o realizarlo correctamente y acaben teniendo un concepto de sí mismo negativo, lo que influirá en su autoestima.
Resulta que muchos padres a veces caen en la trampa de proporcionar estímulos en demasía para lograr que el niño aprenda con mayor rapidez cosas como caminar, leer, escribir, contar, y los colores. La mayoría de las veces con una intención de impresionar al entorno por sus logros o para mejorar su rendimiento académico al momento de comenzar el periodo escolar ¡GRAN HERROR!.
Sucede que hacer esto durante un tiempo prolongado a largo plazo además de generar frustración en el niño el niño percibirá que su entorno tiene puestas altas expectativas sobre el que en muchas ocasiones no lograra cumplir.


Esto a la larga puede generar en el niño un alto nivel de estrés lo que puede traducirse en dificultad para prestar atención, dificultad para recordar, lo que dificultara su aprendizaje en general y en el área académica, problemas de concentración inclusive el desarrollo de problemas de conducta por la frustración acompañada de ira que le puede generar a un niño no cumplir con las expectativas que alguien pone sobre el, mas aún si esa persona que pone expectativas es alguien de importancia para el niño como mamá, papá, la abuela etc.

El niño con más razón querrá cumplir con las expectativas para que estén orgullosos. Y lo peor que puede generar la sobreestimulación a largo plazo es que el niño por sentirse presionado pierda todo interés en aprender volviéndose totalmente apático, escéptico e incapaz de recibir cualquier tipo de aprendizaje ya que canalizo el aprender como algo negativo que lo hace sentir mal y un alto nivel de estrés acompañado de estos factores en ocasiones también puede llevar a la depresión cosa que nadie desea para sus niños.

Si queremos estimular a nuestro bebé o niño, es importante conocer qué puede hacer el niño en cada momento, y respetar tanto el carácter del niño, como sus intereses y es fundamental que toda estimulación debe darse en un ambiente de calma y tranquilidad toda estimulación debe ser atractiva y divertida para que el niño realmente reciba los múltiples beneficios físicos, cognitivos, emocionales, mentales y de aprendizaje que la estimulación puede dar, y nunca jamás debemos exigir mas de lo que nuestros niños pueden dar en cada momento sin importar lo capaces que sean de aprender con rapidez.

Nunca debemos guiarnos por lo rápido o lento que aprenden los niños de su alrededor, cada niño tiene su propio tiempo y forma de aprender y debemos respetar a rajatabla ese tiempo para criar niños sanos, capaces, curiosos, con alto autoestima, confianza y alto interés por aprender, tampoco debemos quemar etapas el proceso de aprendizaje y adquisición de herramientas cognitivas físicas y autoconocimiento vienen con el tiempo y debe ser un descubrimiento personal de cada niño y como padres nuestro roll es acompañarlos en el camino, no debemos interferir.

No permitamos que estándares, estadísticas o expectativas sociales interfieran o perjudiquen el camino de auto conocimiento aprendizaje y dulce infancia de nuestros hijos. No criemos pequeños adultos trabajadores criemos niños libres curiosos felices con autoconfianza y autoestima que en un futuro se convertirán en adultos sabios, capaces coherentes, pensantes y reflexivos.

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