Sé bueno, quedate quietito”, les decimos a veces a nuestros hijos, como si fueran equivalentes. Es normal que pensemos así: muchos son criados bajo esa premisa. Pero hoy sabemos que el movimiento es esencial parala salud física y psíquica de cualquier niño.
Porque… ¿qué es moverse? Es ese impulso vital que lleva a tu hijo a ponerse en contacto con el mundo que lo rodea. Sí. Accede al mundo tocándolo, saboreándolo, mirándolo, oliéndolo. Cada movimiento trae un conocimiento nuevo, y cada experiencia produce en su cerebro conexiones que forman su inteligencia. La mente de un niño encuentra sus “nutrientes” en los alrededores y se construye a sí misma a partir de lo que absorbe a través de sus propias experiencias. El movimiento empieza con el nacimiento, y durante el primer tiempo es prácticamente
involuntario: un recién nacido puede controlar solamente parte de los músculos de la boca y la garganta para chupar, tragar y llorar.
Después, a medida que crece, de a poquito empieza a controlar sus movimientos y a hacerlos conscientes y voluntarios. Así se va conformando esa gran facultad tan propia de los seres humanos: la voluntad. Por otro lado, cada movimiento que un niño logra realizar le hace saber que es capaz de hacer cosas por sí mismo. Esto es clave para formar una personalidad segura.
Solemos pensar que un niño “ bueno” es el que se queda quieto NADA MAS ALEJADO DE LA REALIDAD, moverse es el modo que tiene para conocer su mundo y construir su personalidad.
Evolución del movimiento
De 0 a 4 meses:
Mano: prensión instintiva, movimientos erráticos, descubrimiento de la mano. Cuerpo: control de la cabeza, músculos, cuello, espalda, glúteos y brazos.
4 meses:
Mano: prensión intencional: 4 dedos en oposición a la palma. Cuerpo: se arrastra, agarra objetos.
6 y 7 meses:
Mano: control de los dedos. Cuerpo: se sienta con apoyo.
8 meses:
Mano: transferencia de una mano a la otra, prensión con dedos en oposición a pulgar. Cuerpo: se sienta solo, gatea.
9 meses:
Mano: prensión precisa y fuerte. Cuerpo: se para con sostén, luego solo.
12 meses:
Su motricidad le permite comenzar a realizar actividades cotidianas que involucran las manos y el cuerpo.
Estimula la independencia de los niños
Mostrarle a tu hijo cómo se hacen las cosas y darle el tiempo que necesita para hacerlas es clave para desarrollar su autonomía e independencia. Estas acciones le permiten generar confianza a partir de las experiencias propias en su espacio, a través del movimiento y la exploración, a través del orden y las rutinas. De esta manera alentamos a nuestros hijos a que logren su independencia, que no es ni más ni menos que la capacidad de pensar y hacer por sí mismos.
¿Notaste que desde muy chiquitos tienen un entusiasmo gigante por hacer cosas por su cuenta? Es como si nos dijeran: “Ayudame a ayudarme a mí mismo”. Así es que desde que son bebés podemos alentar y acompañar esta necesidad.
¿Cómo? Brindando pequeñas ayudas que los guíen y alienten para avanzar. Ellos naturalmente buscan hacer cosas solos y necesitan que no les pongamos obstáculos a su independencia, que les mostremos cómo hacer y los dejemos hacer respetando sus tiempos. El desarrollo del niño es la conquista de sucesivos grados de independencia, la construcción de su individualidad como persona implica una separación de la madre y de los demás para luego colaborar con ellos como individuos.
Es fundamental que aguantemos esas ganas que nos dan a veces de resolverles todo. Cuando las mamás y papás les hacemos todo, les quitamos confianza. Es como si les estuviéramos diciendo: “No sos capaz de hacerlo” y así pierden ese impulso vital hacia la independencia.
Toda ayuda innecesaria (que muchas veces brindamos por propia comodidad o necesidad) detiene el desarrollo positivo de la personalidad. Cada vez que un bebé logra hacer algo por su cuenta, su confianza y su voluntad se fortalecen. Así va adquiriendo mayor independencia,
es decir, aprende a “ayudarse a sí mismo” (primero) para después (con el tiempo) ayudar a los otros. Esa es, al fin y al cabo, la meta de la independencia: la interdependencia, que todos colaboremos en nuestra vida familiar y social.
3 claves para su independencia
Confiá en el proceso:
Aguantá el impulso por resolverle todo. Si está haciendo el esfuerzo por ponerse el zapato, no corras a ayudarlo y ponérselo vos. Dale
el tiempo que necesita, solo intervení si se vuelve Frustrante, y en la medida en que lo necesite (quizás levantar la lengüeta o aflojar el cordón sea suficiente). hacerlo por si mismo fortalece su voluntad y autoestima.
Dale tiempo:
Detectá todo aquello que tu hijo puede hacer por sí mismo. Entre 1 y 2 años, pueden ser acciones muy simples como ponerse un gorro, juntar sus cosas o comer. Tené paciencia: de a poco va a controlar sus movimientos, la repetición es su aliada.
Ofrecele más tareas:
A partir de que camine con seguridad, o cuando veas que ya puede hacer secuencias simples, proponele guardar elementos
en una caja o cajón, llevar un libro a su lugar, poner cereales en un bowl o lavar una fruta.